Súcubos

 

No advertí su presencia

estrechandome ávida entre sus brazos

hasta que el gélido aliento de sus labios

besó mi garganta con salvaje dentellada.



 




La sangre brotó como fino cordel escarlata

precipitándose sobre mi pecho desnudo

y mis manos atadas.


Virginal orgía, éxtasis para los sentidos

me sentí morir y renacer

en el eterno crecpúsculo

de la noche descarnada.


Y entonces la contemplé,

a la muerte en su señorío

níveo el rostro afilado sobre dos rubís ensangrentados

hermosa, cruel, despiadada …


DÆNOR

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