Nada resta de ti
En tu corazón marchito
ya no anidan las alondras
ni recorre sus sinuosos recovecos
el claro eco de mi voz.
La oscuridad lo devoró,
como el lobo devoró la luna
rumiando con saña
la osamenta más profunda.
Nada resta de ti.
Cual espectro que vaga
perdido entre lúgubres cavernas,
deambula tu excelso cadáver
exudando sus plegarias.
Y ahora te debates y clamas al cielo
mendigando su luz,
cuando se desvanece la aurora
y un mar de sombras
acechan siniestras a tu espalda.
Más tu espíritu inerme
no hallara consuelo
ni alimento en esta tierra,
pues sepultado fue por tu mano
cruel y despiadada,
el amor verdadero
que otrora te alumbrara el alma.
Nada resta de ti.
estúpida niña ingrata
que por un deseo egoísta
arrojaste con furia la fe
al deleite insignificante
de mil noches en vela.
DÆNOR

Comentarios
Publicar un comentario